domingo, 15 de junio de 2025

LAS CANCIONES DE DON CARLOS. ¿QUÉ PUDO HACER?

    La banda española de rock "Barón Rojo", se fundó originariamente en el año 1980, tras la disolución del grupo "Coz" que comandaban los hermanos de Castro. Estos dos guitarristas, Armando y Carlos de Castro, que ya habían escrito algunas páginas gloriosas del rock patrio de los años 70, fundan junto al bajista Jose Luis Campuzano y el baterista uruguayo Hermes Calabria, el grupo más relevante que ha parido nuestro país. Posiblemente ha habido grupos que han superado los registros de Barón Rojo en ventas, giras, actuaciones y realización de discos, pero ellos marcan un antes y un después en la historia del rock español.

De sus cuatro miembros originales, caben destacar muchas cualidades, pero yo resumo los valores de la banda en 4, cada uno de ellos personificado en cada uno de sus miembros; Carlos (Equilibrio), Hermes (Sensibilidad), Sherpa (Creatividad) y Armando (Genialidad). Cuatro ingredientes básicos para que el fokker triplano funcionara perfectamente engrasado y pudiera volar muy alto.

Pero estas cuatro cualidades nos indican que el creativo y el genio iban a querer acaparar la mayoría del pastel y del protagonismo. Por lo que Hermes y Carlos pasarán a tener un papel de segunda fila pero imprescindible para el buen funcionamiento del grupo. Sherpa, junto a su pareja Carolina Cortés, va a aportar las creaciones más vanguardistas y Armando va a llevar en volandas al grupo con su virtuosismo y genialidad, lo que puede hacer imparable a la banda, pero también pudiera desvirtuar la esencia y el camino elegido por el grupo y al final acabar todo en un choque de trenes. Alguien sensible tenía que encargarse de acomodar de forma delicada los egos de cada uno, como si de un gran trozo de algodón se tratara, en el que se amortiguaran todas las diferencias existente entre los miembros del equipo. Y ese fue Hermes. Y otra persona tenía que encargarse de equilibrar todos los inputs que llegaban a una banda que poco a poco empezaba a comerse el mundo. Y ese papel le tocó a Carlos, el hombre inflexible, el inquebrantable, en definitiva el Sargento de Hierro de la banda.  


Posiblemente, esta función de "sheriff" le hizo relegar su protagonismo en otras facetas, como pudo ser ceder la voz a Sherpa en el primer disco, en algunas canciones compuestas por los hermanos de Castro, como es el caso de  "Con botas Sucias" o "El Presidente", así como aparecer sólo en 7 canciones como único autor de las mismas. 

Pues en ese ramillete de canciones compuestas por Don Carlos en el período 1981-1989, es en donde vamos hacer hincapié 


En un artículo anterior de este blog, hablo de  "La estadística de Barón Rojo"  en donde podéis repasar muchas curiosidades objetivas del grupo y algunos datos que ahora voy a aportar.


En ese artículo exponía, que de las 72 canciones que graba la formación original entre el año 1981 y 1989, en 40 firma como autor Armando de Castro, en 36 Sherpa, en 31 Carlos y en 9 aparece Hermes.

De esas 31 que firma Carlos de Castro, 7 son compuestas por él en solitario, y son canciones que para mí tienen una importancia vital. La primera de ellas aparece en el primer disco y es "Desertores del Rock". Una canción que le da consistencia a todo un trabajo discográfico, con un tema de puro heavy clásico, que muy bien habría podido ser otro single, como recogía Joan Singla para la revista Popular 1 en 1981.


Ya en el segundo disco, aparece la composición "Las flores del mal", una magnífica obra de arte atemporal que aún tiene vigencia en los conciertos del Barón. Vuelve a convertirse en la canción tìpica de heavy clásico, y para mi, cuando la escuché a tan temprana edad se convirtió en una de mis favoritas de un disco que no tiene desperdicio alguno.

Sin embargo, en el tercer disco vuelve aparecer otro tema firmado por Carlos de Castro que no deja indiferente a nadie. Vuelve a ocurrir lo mismo que en el anterior. "Metalmorfosis" es un disco tan bueno que alguna canción inmerecidamente hay que sacar del repertorio y esa fue "¿Qué puedo hacer? Un impresionante tema, con letra ambigua para que cada uno entienda lo que quiera entender. Una auténtica joya del rock clásico.


Ya en el trabajo en directo "Barón al Rojo vivo", nos deleitó con "Mensajeros de la destrucción", que junto con "El baile de los malditos" del siguiente trabajo discográfico "En un lugar de la marcha", siguen ese estilo inconfundible de heavy contundente del mayor de los Castro. Sin embargo, en ese mismo disco nos sorprende con una canción que se sale del guión como es el caso de "Tras de ti", pero que impregna de un halo de aire fresco a ese vinilo y a la banda en si. Canción que no fue entendida en su día por algunos seguidores del grupo, pero que era el inicio de la propia definición de Barón Rojo, gusto por la música bien hecha aún saliéndose del patrón principal pero con su marca de identidad inconfundible en el sonido de las guitarras, lo que marcará para siempre las señas de identidad de Barón Rojo, toquen lo que toquen.


Todavía en esta primera década aparecerá en los discos de Barón rojo otra canción firmada en solitario por Don Carlos de Castro, como fue "Colapso en la M30", ya perteneciente al disco "Obstinato" de 1989. 

A pesar de que los arreglos de una composición son importantísimos para que una canción coja cuerpo, contundencia y tenga pegada..., y de eso el responsable casi en el cien por cien de las canciones de Barón Rojo fue Armando de Castro, no podemos relegar a un segundo plano a su hermano Carlos. Por lo que podemos decir que en el primer lustro de la banda, las composiciones en solitario de Carlos de Castro fueron fundamentales para la consolidación del sonido de Barón Rojo, lustro que coincide con la etapa de mayor gloria de esta formación de rock española. 

Ante estas circunstancias... ¿Qué pudo hacer Don Carlos de Castro?





martes, 6 de mayo de 2025

EL ALMA AFRICANA DEL ROCK ESPAÑOL

Siempre quise hacer mi humilde tributo a Hermes Alogo Mebuy: el alma africana del rock español, el guitarrista "negro" de "Los Suaves". Hoy creo que ha llegado el momento.

Hay vidas que parecen construidas por el destino para acabar siendo leyendas. La de Hermes Alogo Mebuy es una de ellas. Aunque en los datos de su biografía hay algunas páginas perdidas, sabemos que nació en Guinea Ecuatorial. Hermes tenía marcado desde la infancia un papel de líder, pues a los 14 años, la muerte de su padre lo convirtió en jefe de su aldea. Pero Hermes no aceptó el trono del poder tradicional. Eligió otro camino: el del arte, el del riesgo, el de la libertad. En lugar de un bastón de mando, tomó una guitarra como compañera y con ella lideró su historia en los márgenes indomables del rock.




Un viaje de huída de sus orígenes lo llevó al corazón de Galicia, al Circo de los Muchachos en Ourense, un lugar donde los niños aprendían a soñar entre carpas y malabares. Allí, Hermes deslumbraba como acróbata: levantando columnas humanas y equilibrando vidas... Con el circo hizo giras por todo el mundo, pero había algo en él que pedía otra forma de expresión, más profunda, más visceral. Fue en un viaje a Japón, cuando aquel joven africano se compró una guitarra Yamaha, para aprender a tocarla de manera totalmente autodidacta. Nunca imaginaría que la compra de esa guitarra le llevaría a firmar su propio pacto con el diablo, y en definitiva, con su destino.




La guitarra se volvió una extensión de su alma y poco a poco fue realizando una metamorfosis que de acróbata lo transformó en guitarrista. Esa guitarra, con la que convirtió su inspiración en arte, lo acompañó en cada nota y en cada escenario de la vida. Con ella se unió a Los Suaves, una de las bandas más icónicas del rock español, y se convirtió en parte de la energía indomable que los definió. Su estilo era pura honestidad eléctrica, una mezcla de blues, punk, rock y mucha alma. Hermes no tocaba: hablaba con la guitarra. Y quienes lo oyeron o lo vieron no lo olvidarán jamás.

Vídeo, en el que he querido hacer un triple tributo:
a los Suaves, a Hermenegildo y a Phil Lynott


Pero como tantas almas libres, Hermes conoció el lado oscuro de la vida. A pesar de su talento y su entrega, vivió entre fronteras invisibles: sin papeles, sin derechos, como un acróbata sin red. Fue padre, fue esposo, fue músico, pero también fue víctima de un sistema que no supo verlo, y un día desapareció, abandonandolo todo, incluso a "los Suaves" cuando estos comenzaban a tocar el ansiado éxito. Hermes volvió a su tierra natal, no por su libre elección, sino por necesidad. La falta de papeles que legitimara su presencia en España le hizo huir, para así regresar de nuevo a su país. Allí, una enfermedad le fue robando lentamente el movimiento de sus manos, esas manos que en tantas ocasiones volaron por el mástil de su guitarra, y cuando su cuerpo ya no pudo más, en soledad y en el silencio de su Guinea natal, Hermes apagó su luz para siempre.

Pero su eco permanece. En cada riff sincero, en cada canción nacida del dolor y la belleza, vibra algo de Hermes. Su vida fue una canción sin estribillo, sin concesiones. Y como dijo su compañero Charly de los Suaves: “Donde quiera que estés, querido Hermenegildo Alogo Mebuy (Hermes), véngate de los tiempos injustos y recuerda los buenos que pasamos. Aquí nosotros siempre te recordaremos..."

Hermes no fue solo un guitarrista. Fue un símbolo. Fue la prueba de que la música puede ser patria, refugio y grito. Fue, y seguirá siendo, el corazón africano del rock español.